Cuidadores. Una reflexión.
Ser cuidadores supone un gran esfuerzo físico y emocional que puede afectar a la salud del propio cuidador y su entorno.
En los inicios de los cuidados, pocas personas están preparadas ni técnica ni física ni emocionalmente para asumir tal responsabilidad, ni tampoco son conscientes de las renuncias que irán asumiendo. La mayoría de las veces, los cuidadores ni siquiera disponen de un espacio adaptado a las nuevas necesidades cotidianas que se van a dar. Dentro de lo posible y a partir del núcleo familiar, se hace necesario repartir las tareas y gastos generados con los otros familiares disponibles, de forma clara y precisando quién se va a encargar de qué. Esta decisión disminuye los conflictos y el estrés dentro de la familia.
Ser cuidadores de una persona no autónoma significa perder parcelas de la propia vida debido al gran tiempo que se debe emplear; en la mayoría de los casos, el 100% del tiempo propio. Normalmente los cuidadores se olvidan de si mismos ya que, de no hacerlo, se sienten culpables, así van abandonando sus propios intereses y necesidades. Incluso se dan casos de abandono del trabajo para dedicar más atención al paciente.
Es imprescindible, aunque dificultoso en determinadas ocasiones, que el cuidador siga manteniendo sus hobbies, sus relaciones sociales y de ocio para fortalecer su bienestar emocional.
Aún así, muchas veces, con el tiempo y el deterioro del dependiente o bien del cuidador/a, se acaba optando por un ingreso definitivo en centros geriátricos o sociosanitarios. Pero incluso en estos casos, es valiosísimo el tiempo que el paciente ha permanecido en su casa con la familia, y debemos aceptar el ingreso como la mejor opción, dadas las circunstancias, rechazando cualquier tipo de sensación de culpabilidad y abandono.
Con este cortometraje, os invitamos a reflexionar sobre una realidad que todos vivimos de una manera u otra en algún momento de nuestras vidas.